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Abstracto sentimiento me das la mano.
Caminas buscando liberarte de ti, llamas por más.
Filtrándote en mi, llenas con angustia cada gramo.
Fugaz, intrépida cargas con más valor tu penar.
Convivir te hace más audaz, ignorante y soberbia.
Con solo escuchar los silencios que corrompen en mí, liberando epifanías muy dentro de toda alma, conmueven hasta el mas irregular lamento.
Llenas de nada todo este profundo ser maltrecho, inculcado de soledad.
Suspiros de valor, alegría alimentan mi karma.
Iluminado por un dios inexistente en mí, esperando por su compasión, paciencia. Escritos soltando palabras hacia la nada, esperan ser recogidos por mentes abiertas. No es más que un sentimiento...

Me llamó la atención él, por su forma de mirarla, como si no fuese una desconocida que veía por vez primera, pero así era. Él había subido en la misma estación que yo y estaba solo. Recién en la siguiente parada, ella entró al autobús y no se percató de su presencia, pese a que se sentó junto a él. Después, sacó de la mochila un dossier de ilustraciones. Él, como ya dije, la miraba, como si evocase un centenar de momentos compartidos: el otoño en que la lluvia los llevó a refugiarse en el mismo lugar, la excusa para hablarle, un número de teléfono, los días de dudas, la timidez de él para invitarla a salir, los silencios de ella para retrasar la cita, el recital en el que coincidieron, el beso, los besos, las confesiones, los descubrimientos, cenas de dos, reuniones, compromisos, el compromiso, hijos y deseos de seguir soñando. ¿Y si únicamente le recordase a un antiguo amor? O quizá, sin aguzar tanto la memoria, ella era la silueta vacía de sus anhelos, de esa ilusión latente que lo mantuvo despierto, de un desenlace feliz que ya había vivido durante cada noche de insomnio. Yo no tenía pensado tomar un autobús, ella tampoco. Afuera había dejado de llover. Le pregunté si las ilustraciones eran suyas.

Trataba de buscar un momento en el cual poder perderme, el mismo día que tuve la dicha de compartir con mis amigos (entre ellos a la persona más importante que me brinda su amistad incondicional). Se repetía la situación, los personajes y las locaciones a pesar de ser levemente distintas, podía percibir lo cruel e indiferente que era conmigo ese recuerdo... que me atormenta cada vez que pienso en lo que se siente conocer el cielo y el infierno al mismo tiempo. Sé que son recuerdos inseparables el uno del otro, están unidos de la misma manera en la que estoy unido a los recuerdos (¿buenos? y malos) de aquella persona que logró quitarme las ganas de vivir y todo atisbo de dignidad y amor. En ese instante no lo pude ver, la infinidad de pensamientos no me habian hecho recapacitar sobre ese dolor latente que aun me perturba y que pareciera esperar un momento de mi felicidad para aparecer y enrostrarme que todavia sigue presente en mi, con la misma (o incluso más) fuerza que antes, ya que es capaz de derribar los cimientos de estabilidad que poco a poco había logrado construir. Al parecer esa sombra me perseguirá dondequiera que vaya sin importar lo bien que me encuentre y lo aparente de mi bienestar, palabras vacías tal vez para algunos, melodrama para otros. Un factor común que une estas opiniones, sinceridad... en lo que escribo. Hace tiempo que no lloraba como lo hice hoy, no quise reprimir nada, solo pensaba en ese sentimiento de calor que me provocaba alegría y que ahora ya no está... en memoria de la persona que terminó con una parte de mi, pero que a la vez provocó un renacer, lento y que aun no comprendo pero está ahí y debo encontrar a ese nuevo ser antes de perderme en el camino.

Si nuestra vida no es más que un sueño, una fantástica representación de la codicia... Entonces deberíamos arrojar nuestras más preciadas pertenencias al mar, para que los diamantes parezcan un montón de vidrios rotos para mí. Y luego, ella dice que no puede creer, el genio sólo se aparece en tormentas de fábulas escritas en lenguas extranjeras... Ojos voladores, y pulmones inundados, la tormenta del norte nos llena de amor. Hey luna, por favor no caigas, por favor no te vayas. Caña de azúcar en la mañana (tranquila), mis veletas únicas y solitarias. La tinta corre a través de la página, persiguiendo los días. Mira hacia los pies del bote, a esa rodilla curvada. Extrañé tu piel cuando estuviste lejos, agarraste tus talones y deseaste estar conmigo. A través de labios juguetones hechos de seda, ese frágil Capricornio (Palabras descifradas como polillas sobre viejos pañuelos), yo sé que el mundo es como un hueso roto. Pero cuando desaparecen tus jaquecas, lo llamas "Hogar". Estas en lo alto de mis pulmones.

Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana,"¿Qué pasa?" le preguntaron "¿qué estás buscando?". "Perdí mi aguja", dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla. Pero alguien le preguntó: "Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?". "Dentro de mi casa", dijo Rabiya. "¿Te has vuelto loca?" preguntó la gente "Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí afuera?". "Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay". "Pero aún habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja". Y Rabiya se rió. "Son tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vas a utilizar esta inteligencia para su vida interior? Los he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscan está perdido dentro. Usen su inteligencia ¿porqué buscan la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso la han perdido allí?".

Prefiero que compartas conmigo unos pocos minutos, ahora que estoy vivo, y no una noche entera cuando yo muera... que estreches suavemente mi mano, ahora que estoy vivo, y no que apoyes tu cuerpo sobre cuando muera... que hagas una sola llamada, ahora que estoy vivo, y no que emprendas un inesperado viaje cuando yo muera... que me regales una solo flor, ahora que estoy vivo, y no que me envies un hermoso ramo cuando yo muera... que eleves al cielo una oración, ahora que estoy vivo y no que me mandes a hacer una misa cantada y celebrada cuando muera... que me digas unas palabras de aliento, ahora que estoy vivo y no un desgarrador poema cuando muera... que me dediques una leve plegaria, ahora que estoy vivo y no un sentido epitafio sobre mi tumba cuandoyo muera... escuchar un solo acorde de guitarra, ahora que estoy vivo y no un conmovedora serenata cuando muera... disfrutar de los minimos detalles, ahora que estoy vivo y no de grandes manifestaciones cuando yo muera... escuchar talvez un poco nervioso deciendo lo que sientes por mi, ahora que estoy vivo y no un gran lamento por que no lo dijistes a tiempo. Y ahora, ya estoy muerto...

Siempre trato de reinvidicar, sustentar o desmoronar algunas teorias o pensamientos generalizados que se dan por hecho. Hace unos días me puse a pensar en las muchas cosas que generan un malestar profundo en mi persona, tanto fisica como sicologicamente, y para mi sorpresa no todo fue una conclusión negativa.. no piensen que va el típico discurso optimista sobre la vida, solo pensé en esa corriente de "pensamiento" que tenía o tiene como base que el agobio o la tristeza NO son parte de tener una vida normal. A raíz de esto se instauró la llamada industria de la felicidad, cuyo mayor daño fue haber impuesto la idea de que todo tipo de desánimo es una patología y que se debe tratar de inmediato con fármacos. Pero... ¿porqué sentirse mal? Simplemente, porque los estados anímicos bajos son un ingrediente escencial de la salud mental de cualquiera y un rasgo que nosotros como especie humana adquirimos durante la evolución. Es lo que avala mi entendimiento sobre lo que he estado pensando durante estos últimos dias... las emociones negativas emergieron por una sencilla pero poderosa razón: mientras el miedo nos alerta sobre la presencia de algún peligro, el desánimo opera como un mecanismo que nos advierte de que algo anda mal con nosotros y que necesitamos descifrar su causa, es decir, si pongo una de mis analogías en acción... podríamos decir que de cierta forma, actúa de la misma manera en que lo hace la fiebre cuando activa el sistema inmune para combatir una infección. Entre lectura y lectura, pude hallar un artículo que hablaba sobre esto y varios de los pasajes me dejaron pensando en lo cierto de su verdad: "Al calificar la tristeza que todos sentimos en algún momento como una condición patológica, le hemos asociado un estigma. Esto hace que una depresión pasajera genere rechazo y que se estimule la actitud de supéralo, toma una pastilla." Cuando realmente quienes quieren erradicar este dolor, pena o tristeza... no lograrán más que aplazar lo inevitable... Sólo piensen en esto... creer que la tristeza requiere un tratamiento inmediato puede impedir la principal razón para que exista: darnos la capacidad de reconstruir nuestra vida tras un episodio doloroso, del que pensamos tal vez nunca recuperarnos por completo.